sábado, 29 de agosto de 2020

Recordando a Chadwick Boseman: Un virtuoso con mucha promesa

Why Does Hollywood Keep Casting Chadwick Boseman in Biopics?

Cuando alguien de 43 años muere de cáncer, es trágico. Pero cuando esa persona es Chadwick Boseman, la palabra trágico no la expresa completamente. Es más que trágico, es cósmicamente cruel. Sientes como si el impacto de su pérdida hubiera abierto un agujero en el mundo, no solo por los proyectos de los que ha sido parte, sino también por el poder cultural que ha aprovechado en tan poco tiempo a través de los personajes que él interpretó. Boseman era un actor virtuoso que tenía la rara habilidad de crear un personaje de afuera hacia adentro y de adentro hacia afuera.

Honestamente, me sorprendió esta noticia, no solo porque no teníamos idea de que estaba luchando contra el cáncer y porque recibí la noticia justo antes de irme a dormir a través de uno de mis mejores amigos a quien pensé que estaba haciendo una broma cruel, sino porque todavía estaba al comienzo de una carrera asombrosa. En un asombroso trío de películas biográficas, interpretó a tres leyendas afroamericanas: el pelotero Jackie Robinson, el cantante James Brown y el juez Thurgood Marshall. Pero lo más asombroso fue que capturó de qué estaban hecho cada uno de esos hombres: la rebeldía de lo que sentían, las alturas que escalaban, lo embriagador y, a veces, debilitante armadura que usaban para protegerse de un mundo atado a la injusticia.

Cuando Boseman saltó a la fama en el 2013, como Jackie Robinson en la película biográfica lacerante y criminalmente subestimada 42, inmediatamente sientes el poder de su presencia. El fenecido actor interpretó a Robinson como un hombre que, como el primer afroamericano en el béisbol de las grandes ligas, tuvo que enfrentarse a un nivel de animosidad racial comparable al terrorismo. La película trata sobre el coraje de Robinson, algo que se planta al principio de la película cuando el gerente general de los Brooklyn Dodgers, Branch Rickey (Harrison Ford), le pidió a Robinson que se convirtiera en un líder en el campo y un jugador "... con el coraje de NO pelear espalda". Pero debido a que Boseman era un actor tan atrevido, también muestra la indignación que Jackie Robinson sintió y no pudo expresar (al menos, no públicamente), y la forma en que eso lo carcomió por dentro. La película es realmente genial; La actuación de Boseman superó todo lo que había dentro de ella: tensa, furiosa, voluble, definitoria.

*Como otro truco cósmico que nos ha brindado el 2020, Boseman falleció el mismo día en que las Grandes Ligas celebraban el día de Jackie Robinson, día en que todos los jugadores honran al jugador usando el número icónico 42.*

Un año después, cuando lo vi en Get on Up de Tate Taylor, experimenté la sensación de revelación que muchos sintieron sobre Daniel Day-Lewis en el 1986, cuando siguió su actuación como el punk en My Beautiful Laundrette con su delicioso papel como el aceitoso petimetre romántico de A Room with a View, y todos dijeron: "Espera, ¿es el mismo actor?" En el caso de Boseman, no podía creer que fuera el mismo actor. Como Jackie Robinson, estaba furiosamente contenido porque, como mencioné anteriormente, el pelotero tenía que contenerse y no hacer algo que hubiese parecido fuera de lugar y desperdiciarle las oportunidades a otros peloteros afroamericanos talentosos que venían después de él. Como James Brown, era... pues James Brown. Y en serio, ¿cómo alguien interpreta a alguien tan fuera de este mundo como James Brown? Es como decir que vas a interpretar a un tornado. Sin embargo, Boseman lo hace: clava cada movimiento de baile imposible, cada gesto de grandilocuencia funk, y habla de una manera que es tan bruscamente altiva y fascinante que podríamos estar en presencia de un hipnotizador. Te muestra lo que le costó a Brown inventar un nuevo tipo de ritmo que dio vuelta al rock 'n' roll de adentro hacia afuera. Pero también te muestra el legado de dolor y ego que impulsó ese ritmo. Es asombroso, es catártico, es indeleble. No llegué a pensar que era la mejor película del 2014 (ni cerca), pero Boseman sí tuvo una de las mejores actuaciones de un año extremadamente fuerte con Michael Keaton en Birdman, Jake Gyllenhaal en Nightcrawler, Eddie Redmayne en The Theory of Everything y Benedict Cumberbatch en The Imitation Game. Desafortunadamente, no recibió el cariño del Oscar que Jamie Foxx sintió por Ray, pero en cierto modo, ¿a quién le importa? Esta fue una actuación diseñada para aturdir a los dioses.

Por supuesto, el papel por el que probablemente será recordado sobre todo es como el rey T'Challa, alias Black Panther. Recuerdo cuando Marvel anunció la tercera entrega de Captain America, subtitulada Civil War, y el superproductor Kevin Feige invita a Boseman al escenario con Chris Evans y Robert Downey Jr. para revelar que fue elegido como para interpretar al personaje, y la multitud allí se volvió loca porque sabían que era un gran talento con mucho potencial. Es más, recuerdo donde YO estaba cuando salió la noticia: la biblioteca del edificio DMN de la UPRRP "estudiando" para un examen de humanidades que tenía como dos horas después. La noticia fue así de grande.

Boseman supo siempre fusionarse con un papel, grabarlo en tres dimensiones, aportarle su propia verdad. Eso es lo que lo convirtió en un artista y también en una estrella de cine. Sin embargo, en Black Panther, también se convirtió en algo raro: un héroe cultural. Y esto no solo porque encarnó al primer superhéroe de cómic negro más grande de la era de la franquicia, sino porque lo convirtió en un ser humano tan terrenal y tangible.

Su interpretación de T’Challa no es como las interpretaciones de cómics y películas de otros actores. Es hábil, astuto, estoico y vulnerable, con ese acento cantarín que le da una nota de juego pensativo a todo lo que dice. Y debido a que infundió al personaje con un espíritu tan milagrosamente identificable, Boseman conmovió a una generación. Creó un nuevo tipo de héroe y, al hacerlo, nos mostró lo que era posible y cambió lo que era posible. Abrió un sendero liberador de esperanza y conexión. 

Viviendo en San Francisco, CA para el momento en que la película estrenó, recuerdo la electricidad que se sentía en el público. Y esto no solo fue porque Serena Williams estaba en el público (tengo la foto para comprobarlo), sino también por todo lo que habíamos escuchado sobre la misma. En cuanto la película comienza en Oakland durante el asesinato de Rodney King en el 1992, el cine comenzó a vibrar. Eso tal vez fue porque Oakland queda literalmente al otro lado de la bahía de San Francisco, a tan solo 12 millas de separación, 18 mins en carro y 53 en bicicleta, pero porque cuando T'Challa aparece por primera vez todo el mundo se calló, admirando a alguien que tenía el carácter de un rey. Cuando la película culmina, el público tronó con aplausos y bullas dentro y fuera de las salas gritando "Wakanda Forever" mientras cruzaban los brazos. Intenté conseguir taquillas para el lunes después del estreno para volver a verla y pude hacerlo, y no te estaría mintiendo al decir que tuve que estar parado porque sobrevendieron la tanda. El fenómeno de Black Panther fue (y todavía es) tan grande, que allá en San Francisco la película todavía seguía en cartelera toda vendida la semana que Avengers: Infinity War estrenaba. Esta última estrenó durante los últimos días de abril; Black Panther estrenó a principios de febrero. 

Claro, el poder de la película viene de muchas personas, tanto Ryan Coogler como director/escritor, como su elenco secundario que incluye a Michael B. Jordan, Letitia Wright, Lupita Nyong'o y Danai Gurira, entre otros. Pero decir que no fue anclado por una super actuación de Boseman sería ignorar los hechos y los momentos creados por su actuación. El momento en que él nos presenta a Wakanda como un lugar real justo antes de pasar por las montañas holográficas diciendo "Nunca me aburriré de esto". Cuando pasa al plano ancestral para hablar con su padre por primera vez después de su muerte. El momento en que resucita triunfalmente después de perder contra Killmonger en el ritual con los brazos extendidos gritando "¡Nunca cedí! Y, como puedes ver, ¡no estoy muerto!". Estas son partes que simplemente te erizan la piel. Boseman llegó a hacer esto con el personaje de T'Challa hasta fuera de su película. ¿A quién no se le erizó la existencia cuando Black Panther, Okoye y Shuri son los primeros tres que caminan por los portales en Avengers: Endgame? El mero hecho de que grabó estas películas físicamente exigentes (Civil War, Black Panther, Infinity War y Endgame) prácticamente entre el 2015-2018, tres de ellos ya diagnosticado con cáncer, es simplemente el poder, la presencia inequívoca y el amor al arte de Boseman en todo su esplendor.

La repentina pérdida de Boseman se siente tan inquietante, a su manera, como la pérdida de Heath Ledger, Philip Seymour Hoffman o James Dean: artistas que son insustituibles y que seguirán viviendo en la cultura popular. Al sol de hoy, cuando alguien cruse los brazos en su pecho diciendo "Wakanda Forever", siempre será con su voz en mente. Niños y jóvenes seguirán vistiéndose de Black Panther por generaciones. A medida que vayan creciendo, esas generaciones descubrirán sus otras interpretaciones y como el humanizó leyendas que se sentían, y son hasta cierto punto, inalcanzables. En los años transcurridos desde que Boseman se convirtió en estrella, puedes contar los papeles principales que tuvo con una mano. Sin embargo, si mira esas actuaciones, puede sentirse abrumado/a por la sensación de que, como actor, Chadwick Boseman podría hacer cualquier cosa. Si hubiera vivido, creo que habría hecho comedias, dramas, musicales, thrillers, romances, y hasta convertirse en el próximo Denzel Washington. Habría hecho lo que hacen los mejores actores: mostrarnos quiénes somos, pero también nuevas formas de ser, cosas que nunca hubiéramos imaginado hasta que las vimos.

¡Wakanda Forever, Chadwick! Descansa en paz.